¿EN QUÉ MOMENTO LEO?



“Mine, ¿en qué momento lees?”, me preguntó una amiga mientras le contaba mi rutina en la editorial y la universidad. Debo confesar que es difícil encontrar el momento adecuado, siempre lo ha sido, no solo ahora. Hasta hace algunas semanas, intentaba llegar más temprano a la oficina para leer, sentada en el borde de un edificio aledaño, hasta que llegara mi jefe. Me funcionó un tiempo, pero ahora mi jefe llega antes que yo.

Otro momento para leer es antes de dormir, pero no siempre me funciona: en la segunda página ya estoy soñando. Así que desde hace dos semanas decidí cambiar de estrategia: leer mientras desayuno y almuerzo. Parece no ser la mejor idea, pero a mí me resulta muy bien. Claro, esto no podía hacerlo en mi casa en Lima, porque en el desayuno y el almuerzo (sobre todo los fines de semana) conversaba con mis padres y veíamos las noticias o algún programa.

Esa es la diferencia. Aquí (en Barcelona), durante el desayuno y el almuerzo, somos solo mi plato y yo. Así que cambié mis series de Netflix, que me acompañaban en esos espacios de vacío, por los libros que tengo en espera, y que ya me desesperaba no avanzar. Con esta nueva técnica lectora terminé de leer Los peces de la amargura de Fernando Aramburu, un escritor vasco del que se habla mucho por estas tierras tras su obra Patria ‒que solo en España ha vendido 700 000 copias y que espero leer cuando las cinco personas que la pidieron prestada a la biblioteca la devuelvan‒.

¿Y de qué trata Los peces de la amargura? Son diez historias de familias, parejas, hijos, padres, madres que fueron víctimas de algún atentado. Un padre se refugia en su rutina de cuidar y alimentar a sus peces para sobrellevar el trastorno de su hija inválida. Un joven no puede mantener una relación sentimental estable, porque un trauma de su niñez se lo impide: asesinaron a su padre cuando iba con él al cine. Una madre teme contarle a su hijo cómo murió su padre para evitar causarle un shock emocional, ya que él también estuvo a punto de morir.

La sencillez y naturalidad con la que el autor narra cada historia nos permite disfrutar los escenarios y la esencia de cada personaje. No los mira desde arriba, como un narrador que todo lo sabe, sino que se camufla en el mismo plano para mirarlos de frente (a la hija, al padre, a la novia) y mostrarnos lo que hay en su interior. Muy recomendable.

Con esta técnica ya estoy en la mitad de El asesino tímido, de Clara Usón, quien ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en la reciente Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México). ¿De qué trata el libro? Se los cuento en otro post.

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