Avengers, el gringo y yo
Hace varios meses, tal vez un año, que no iba al cine sola. Tan sola, que ni canchita llevé. Tenía que ver Avengers , o Vengadores, en español. Esa era la consigna. Salí del trabajo a las dos de la tarde, almorcé en un restaurante cercano y, sin perder más tiempo, me fui al cine Balmes . No quería esperar hasta la noche, así que elegí el horario de las cuatro y treinta, en idioma original, claro. Por nada del mundo aguantaría escuchar a Hulk, Iron Man, Capitán América o Thor expresarse con “joder”, “gilipollas” u “hostias”. Ese castellano lo dejamos para los mortales comunes y corrientes de España. Como era de esperarse, la sala estaba llena, más gringos que españoles. Busqué mi asiento: fila tres, butaca ocho. A mi lado, en el asiento nueve, se sentó un estadounidense (eso creo), como de un metro noventa, muy blanco y rubio. Conforme transcurría la película, su estado de ánimo pasó por varias fases: risas a carcajadas, emoción desbordante -de vez en cuando exclamó su “yeah”- ...